jueves, 5 de julio de 2007

Lentejas Rellenas.


Ese día, el tema de conversación corrió por cuenta de Martínez. En realidad, más que tema de conversación, fue un speech notable del siempre callado Martínez. Ya era extraño que fueran las doce y media y que Maldonado aún no se pusiera a pelear con algún borracho del bar. Ya nos parecía raro que la mesa coja de siempre no pusiera las incomodidades de siempre. Para coronar aquella extraña noche, Martínez se larga con un monólogo muy bonito.

- Mi viejo era muy divertido. Era de esos tipos que te podían hacer las bromas más pesadas, pero aún así, terminabas riéndote y felicitándolo por la tontera que te dejó en ridículo. Quizás, esa capacidad la sacó de su pega. Por muchos años fue actor. Pero sin mayores estudios, fue de esos que se criaron directamente en las tablas, aprendiendo en cada función, lo que cualquiera demoraría años.

Yo me acuerdo harto de mi viejo, sobre todo en los años en que trabajaba en la tele. Tuvo un programa muchos años. Era un programa infantil, y salía todos los sábados en las tardes. La temática era muy simple, era un programa de concursos sobre conocimientos, y él salía vestido como un académico con un traje negro parecido a una sotana, y un gorrito de esos que salen en las graduaciones gringas.
En más de alguna ocasión él nos llevó como concursantes, a mí a y a mis dos hermanos claro. Lo mejor de todo era que antes de salir al aire se nos acercaba, muy cuidadoso y sin que nadie lo viera, nos daba las respuesta de las preguntas de ese programa. Luego, salíamos al estudio, él hacía las preguntas, y nosotros contestábamos como si realmente supiéramos.

No entendíamos muy bien porqué se largo con esa historia. Hace un par de semanas Maldonado me comentó que ese mismo día se cumplían 18 años desde el fallecimiento del papá de Martínez. Claro, por eso ese día los ojos le brillaban con la más mínima demostración de afecto. Me acuerdo de haberlo saludado con un abrazo muy efusivo cuando llegó al bar, y de su cara aguantando las lágrimas.

- Además del programa, hacía funciones de teatro infantil los domingos, y nosotros estábamos ahí en primera fila. De vez en cuando, y dependiendo de la función, pedía que se subieran niños a cantar alguna canción. Era una especie de entremedio, un receso entre las obras que daban durante la mañana. Me acuerdo perfecto de ese día. Mi papá estaba disfrazado de pinocho, y sale al escenario ofreciendo dulces y juguetes al niño que se atreviera a cantar alguna canción. Como si no estuviera arreglado, miró a la primera filo y me indicó a mí que subiera a cantar. No recuerdo bien que canté, lo que si no se me va a olvidar nunca, fue la cara de mi papá, que entre el maquillaje del personaje, no podía ocultar su sonrisa, además de alguna lágrima escurridiza que se le escapó. Me llené de premios, y un gran abrazo apretado de pinocho.

De la vida privada de Martínez sabía muy poco. Por ahí Maldonado me comentó que estaba separado hace algunos años, y que era padre de un niño que vivía en Viña. Lo más triste de todo, era que el menor llamaba papá a la pareja de su madre, y de Martínez, no tenía ni el más mínimo recuerdo.

- Ya cuando estaba enfermo, ya casi al final, le tiró una broma de esas que te decía al principio a mi mamá. Ella le preguntó que quería de almuerzo, él, después de pensarlo un rato, la miró y le dijo “quiero lentejas rellenas” Mi mamá es muy inocente, y siempre caía en sus bromas, entonces le dice“¿lentejas rellenas? ¿y con qué?”. Los dolores no fueron impedimento para que mi papá se aguantara la risa y le dijera “lentejas rellenas con sesos de canario”. Se miraron un rato, y se largaron a reír, sobre todo mi papá. No hubo ninguna broma en la cual mi mamá no cayera redondita, la última broma de mi papá no podía ser la excepción. ¿Qué cosa más rara no? "lentejas rellenas con sesos de canario", no, si mi papá era un plato.

Nos reímos. Fue una situación extraña, por que con Maldonado veíamos que los ojos de Martínez de llenaban de lágrimas, pero sus labios apretados lograban contenerlas lo suficiente.

- Creo que dos o tres días después falleció.

Fue curioso, pero de estar todos riéndonos de la broma esa, a los tres pelotudos se les escapó más de alguna lágrima. No sabíamos porqué, pero así fue.

Ahora que lo pienso bien, esa ha sido la noche más extraña en mucho tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Surrealista este.

"Lentejas rellenas con sesos de canarios"

Surrealista... Las cagó.

Pero a la par, hiperrealista.

Pero ni cagando realismo magico.

Es muy propio.

No se, tiene ese que se yo, esa tension de violin de tripas de gato como en esa del vaso de leche.

Wena.

Anónimo dijo...

Wena Colorado, menos mal que has ido recuperando esa faceta literaria con la cual te conoci, la tenias un poco olvidada eh??.....jajajaja, en fin, espero que no olvides este talento que tienes y continúes perpetuándolo durante el tiempo...
Esperaré más cuentos...
Un beso